Naturaleza en estado puro
Punta de Manabique.- Un mágico lugar casi desconocido y lleno de sorpresas en el Caribe guatemalteco. Se trata de una penísula de unos 1000 kilómetros cuadrados en forma de lanza que apunta hacia el Noroeste.
En total viven alrededor de dos mil personas repartidas en doce comunidades. La principal fuente de ingresos es la pesca y la elaboración de carbón vegetal. Poco a poco se está fomentando el ecoturismo bajo la asesoría de la Fundación Mario Dary que lleva trabajando desde 1991 por la conservación de este incomparable marco natural.
En este pequeño territorio se encuentra una variedad de ecosistemas realmente sorprendente. Playas, canales de agua dulce, manglares y zonas pantanosas son el refugio de infinidad de animales. Loros, tucanes, manatíes, tapires, jaguares, cocodrilos y una gran variedad de peces son parte de la riqueza biológica del lugar.
Las tranquilas aguas de la bahía son el lugar ideal para disfrutar de un chapuzón. En la comunidad de Estero Lagarto, unos kilómetros por debajo de la punta, se encuentra un pequeño ecohotel con capacidad para diez personas. Desde aquí se pueden contratar varios recorridos en lancha por la zona. Visitar la vecina comunidad de Santa Isabel y ser testigos de la fabricación del carbón vegetal o ir en busca del huidizo manatí son algunas de las múltiples posibilidades que brinda este idílico paraje.
Otra opción es doblar la punta y aventurarse a la zona costera que da a mar abierto. La Fundación cuenta aquí con una estación científica preparada para albergar hasta doce turistas. Largas caminatas por la playa, un paseo por un sendero interpretativo o una visita a la comunidad de San Francisco donde se puede disfrutar de una suculenta comida a base de pescados y mariscos frescos son los mayores atractivos de la zona. Con suerte, en el camino por mar se pueden observar delfines.
En total viven alrededor de dos mil personas repartidas en doce comunidades. La principal fuente de ingresos es la pesca y la elaboración de carbón vegetal. Poco a poco se está fomentando el ecoturismo bajo la asesoría de la Fundación Mario Dary que lleva trabajando desde 1991 por la conservación de este incomparable marco natural.
En este pequeño territorio se encuentra una variedad de ecosistemas realmente sorprendente. Playas, canales de agua dulce, manglares y zonas pantanosas son el refugio de infinidad de animales. Loros, tucanes, manatíes, tapires, jaguares, cocodrilos y una gran variedad de peces son parte de la riqueza biológica del lugar.
Las tranquilas aguas de la bahía son el lugar ideal para disfrutar de un chapuzón. En la comunidad de Estero Lagarto, unos kilómetros por debajo de la punta, se encuentra un pequeño ecohotel con capacidad para diez personas. Desde aquí se pueden contratar varios recorridos en lancha por la zona. Visitar la vecina comunidad de Santa Isabel y ser testigos de la fabricación del carbón vegetal o ir en busca del huidizo manatí son algunas de las múltiples posibilidades que brinda este idílico paraje.
Otra opción es doblar la punta y aventurarse a la zona costera que da a mar abierto. La Fundación cuenta aquí con una estación científica preparada para albergar hasta doce turistas. Largas caminatas por la playa, un paseo por un sendero interpretativo o una visita a la comunidad de San Francisco donde se puede disfrutar de una suculenta comida a base de pescados y mariscos frescos son los mayores atractivos de la zona. Con suerte, en el camino por mar se pueden observar delfines.
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