Toda una aventura
GUATEMALA CITY.- “Avenida Elena, 18 calle, apúrese”, grita el ayudante de un bus en la capital. La mayoría de “camionetas” (así es como llaman a los autobuses) están en precarias condiciones. Van atestadas de gente y expulsan un humo denso y negro que inunda la ciudad. Lo único bueno es el precio, 10 céntimos de euro.
Subirse a uno de ellos es toda una aventura. Además de luchar por un hueco y hacer esfuerzos por mantener el equilibrio tienes que estar preparado para un posible atraco. Y es que resulta relativamente habitual que asalten el bus. En principio no hay mayor problema. Bajas la mirada y entregas tus pertenencias. Lo peor es que siempre hay un “valiente” dispuesto a desenfundar su arma y liarse a tiros. Entonces ya está liada. Los asaltantes responden y se produce un fuego cruzado donde cualquiera puede resultar herido.
Otro peligro añadido es el riesgo a sufrir un accidente. Debido al lamentable estado de estos populares medios de transporte y a la irresponsabilidad de sus conductores no es raro que se produzcan colisiones de tristes consecuencias.
En fin, la gente “guapa” tiene lujosos carros y si no siempre hay un taxi dispuesto a llevarlos a casa. Por lo tanto, para qué una regulación que normalice el transporte público.
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