Policías, cocaína y nuevas rutas

GUATEMALA CITY.- Guatemala se está convirtiendo en uno de los centros mundiales del tráfico de droga. La falta de medios de la policía y la situación sociopolítica del país ayudan a que así sea. La droga, sobre todo cocaína, proviene de Colombia y hace escala en Guatemala antes de ser transportada hacia los EE.UU. No hay una única ruta, lo que complica las labores de las fuerzas de orden público. Desde las costas colombianas los narcos embarcan los alijos en planeadoras que surcan el mar rumbo a Guatemala. Unos envíos utilizan la ruta del Caribe y otros van por el Pacífico hacia las solitarias playas del norte guatemalteco. Aquí la droga es cargada en distintos tipos de vehículos, normalmente tipo pick up, que utilizan las rutas terrestres para pasar al vecino México y continuar de esta manera hacia EE.UU.

A la falta de medios se suma la corrupción de las altas esferas policiales y políticas del país centroamericano. Como ejemplo de ello tenemos las últimas detenciones de los máximos responsables del cuerpo antinarcóticos del país. El miércoles 16 de noviembre fueron arrestados el jefe y subjefe de la S.A.I.A. así como uno de los comisarios de este cuerpo especializado en la lucha contra el tráfico de droga. Sus nombres son respectivamente Adán Castillo, Jorge Aguilar y Rublillo Orlando. Todos fueron arrestados en Virginia (EE.UU.) por agentes de la D.E.A. mientras participaban en un curso impartido por este cuerpo norteamericano. Los tres jefes policiales están implicados en el último alijo incautado en Puerto Barrios, localidad del caribe guatemalteco. En el puerto de dicha ciudad fueron hallados 997 kilos de cocaína provenientes de Venezuela y ocultos en un contenedor que transportaba diez fardos de droga.

La cocaína fue transportada hasta el aeropuerto de la capital en un avión de la Fuerza Aérea Guatemalteca para ser analizada por los responsables del Ministerio Público, según informó el fiscal de este organismo. Se cree que la droga se dirigía hacia Quetzatenango. Estaba oculta en diez cajas metálicas fuertemente sellada y disimulada entre cera líquida. “El alijo tendría un valor en el mercado de 10 millones de euros”, puntualizó el fiscal.